Descríbame sus ganas, sin tapujos, sin decir “tal
vez mañana”. Provoque con su fuego una erupción, como el volcán que sin temor
desprende magma.
Hagamos del amor tizón ardiente, y después de
pernoctar bajo la luna, abriremos el portal de lo silente; seremos dos
sedientos en la mar, naufragando con la piel ardiente.
Si me pierdo junto a usted ¡nada me importa!,
porque el tiempo que pedí para sentir su palpitar no es una prosa; disculpe si
la quiero acurrucar, pero sentir la candidez de su mirar, es otra cosa.
Atrévase a soñar, incluso al despertar, señora hermosa.
Atrévase a soñar, incluso al despertar, señora hermosa.
Roberto Soria – Iñaki
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