martes, 30 de abril de 2019

Entre rosas y gladiolas



Qué le digo a sus cincuentas…
Su silueta corresponde a las modelos
que figuran sin pudor en calendario.

Las revistas de socialité le han desdeñado.
No saben lo que pierden porque usted
es la octava maravilla; un hallazgo censurado.

La imagino entre mis brazos,
Devorando los piropos
que me ofrece el diccionario.

Acepto que sus pechos no son firmes,
y que lo terso de su piel solo es presea;
un recuerdo del pasado pero…

Mire lo que son las cosas,
yo enviándole unas rosas sin saber que usted,
prefiere las gladiolas y un amor en el armario.

Bienvenidos los cincuentas.

Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública


lunes, 29 de abril de 2019

Ámame




Me dijiste «ámame», y te arrebujaste el pelo.
Permitiste que mis manos estrujaran tus desvelos y yo…,
yo tan solo me dejé llevar por la ironía;
no sabía que te quería.

Y me bebí tus besos,
caricias cual tizón que me quemaban dentro,
tan dentro que mi corazón se puso al rojo vivo,
convirtiéndolo en carbón que se devora el fuego.

Repetiste «ámame», con ese toque singular de picardía;
mi rostro se perdió en tus pechos…
No supe qué pensar,
porque pensar está prohibido para amar y yo...,
amarte te quería.

La luna se apagó de madrugada,
ocultando lo febril de nuestros cuerpos.
¡Yo me quise retractar del verbo amar…!
Mas no pude continuar… Ya estaba muerto.


Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública


Tal vez mañana



No sé…, no sé cómo comenzar.
De nada sirve que yo teja poesía;
retazos cuyos hilos se entrelazan
afianzando la utopía.

Le diré, señora,
que la dulce cofradía de mis anhelos
por tenerla entre mis brazos hoy delira;
culpa mía.

Los sueños me traicionan…
¡Su nombre es como droga!
La cual me pone al borde
de un estado demencial llamado “coma”.

Sé que soy un loco para usted,
porque de amarle tengo ganas pero…,
poco y nada puedo hacer;
se lo confieso.

No tenga miedo de amar:
¡Juntemos la humedad de nuestras bocas!
No, no diga nada. Tal vez hoy no deba ser;
quizás mañana.

Roberto Soria – Iñaki
Imagen publica


miércoles, 24 de abril de 2019

Salud mental



Con las alas rotas emprendió su lastimero vuelo. Era tiempo de mirar hacia adelante, de vibrar con el dinero, de sepultar un cúmulo de anécdotas grabadas en lo terso de su piel y, por supuesto, en los pocos megabytes que alojaba en su memoria.
Echó un vistazo en torno de la vieja verja; centinela del psiquiátrico. Las compuertas de sus lagrimales no pudieron contener el llanto; raudales de recuerdos se anegaban en los bordes de sus ojos… Miró sus antebrazos; los vestigios de las hipodérmicas no se habían desvanecido. Y qué decir de sus muñecas, delineadas en tonalidades de color azul intenso; huellas de cordeles que le ataban al camastro secular; bien lo recuerdo.
Sus manos temblorosas sujetaban el diagnóstico del médico: «Esquizofrenia Paranoide». Difícil de creer, pero la cruda realidad se presentaba sin piedad haciendo añicos su ensanchado ego. La inconsciencia de sus actos era un burdo manifiesto; palabras al azar —¡Yo no quise causar daño! ¡Fue la puta enfermedad…! ¡Yo no puedo ver lo que otros ven en el espejo!—: justificaciones que pugnaban en el centro de su ser haciendo eco.
Tras de sí, dejaba un ejemplar de la desgracia…, su compañero. ¿Hombre malo, bueno? Yo quién soy para juzgar; solo intento presentar una triste realidad en blanco y negro.



Título de la imagen:
Los locos, locos retratos de
Gericault.


viernes, 12 de abril de 2019

Teléfono







No me despiertes, al menos no todavía.
Deja que mis sábanas envuelvan esos besos prometidos;
mañana se convertirán en sombras.

Mil noches de desvelo son testigos de lo mucho que la extraño…
Mi almohada me reprocha por los sueños rotos;
culpa de la triste realidad que me acongoja.

Se fue cuando mi mente se dormía; sin mirar atrás,
sin importar que mis pisadas se fundieran con el hielo.
Huellas de mis pies descalzos agrietados por el tiempo.

No, no me despiertes todavía,
que la estridencia de tu auricular no solo romperá mis tímpanos,
lo hará también con sus vestigios yertos.

¡Y no le llames! Que su línea sonará ocupada,
lo mismo que el buzón de sus mensajes.
Ella duerme entre los brazos de otro hombre y yo…,
abrazado a las caricias de la nada.


Roberto Soria – Iñaki
Imagen y arte de:
Oscar Tusquets


miércoles, 10 de abril de 2019

Así te quiero





Es cierto que te amo,
mas no lo suficiente.
Quiero  mantener vigentes tus caricias y los besos;
así lo pienso.
Necesito renovar la enjundia;
disfrazar el erotismo con la brasa que calcina cualquier duda.
Confieso que me siento tuyo;
pertenencia absurda,
con cientos de cadenas que me atrapan en tu boca.
Las almas tienen sed;
nuestros cuerpos se desprenden de la ropa.
¡Exploremos juntos lo prohibido!
Y después de descubrir lo que nos ha fundido,
dejaremos que el sudor amaine el fuego.
Te quiero así, como se quiere la luna con el sol,
sin importar el ego.


Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública


domingo, 7 de abril de 2019

Sin destinatario



Y aquí me tienes, vida,
labrando letras con cincel a golpe de martillo.
La muerte no me arredra;
acudiré a la cita en el momento convenido.

Entretanto, déjame esculpir un mil recuerdos
con la cuña que me ofrece el diccionario.
Mis huellas se fusionan con la piedra,
la piedra del camino destinado.

El sol apunta en dirección al norte,
y mis pasos siguen con andar cansado.
La sed que seca mi esperanza es mitigada
con el agua que se escurre del amor negado.

Por las grietas de mi piel —cual caudalosos ríos—,
navegan barcos de papel con ilusiones rotas,
tan quebradizas como el hálito del moribundo,
que fue vencido por amar a cuentagotas.

Me queda el tiempo necesario para terminar la historia,
la historia de mi tiempo codiciado.
Si mañana muriera sin haberme despertado,
dejaré sobre el buró el recuerdo de mi prosa.

Roberto Soria – Iñaki
©D.A.R.


jueves, 4 de abril de 2019

Cuando se rompan mis alas



Cuando se rompan mis alas, aún así, me arrastraré por los aires.
Volveré mis pensamientos al recuerdo de mi infancia;
lloraré si es necesario, hasta que se limpie el alma.

Despertaré el sentimiento inculcado por mis padres,
y de mis amigos, todos, hablaré sin vanidades;
hasta quedarme dormido; hasta que el murmullo calle.

Cuando se rompan mis alas, tropezaré con mis yerros,
y le pediré a la luna que ilumine mi sendero.
Me abrazaré de la pluma, sin olvidar el tintero.

Tejeré cien mil poemas en los bordes de las nubes;
haciendo alarde del ego…, el ego que nunca tuve,
mientras le canto a la noche la estrofa que le compuse.

Cuando se rompan mis alas y el orgullo me levante,
haré del todo la nada, hasta donde el cuerpo aguante:
Cuando mis alas se rompan…, se hará un nudo en mi garganta,
porque la palabra falta.



Roberto Soria – Iñaki
Escritor y poeta mexicano
©D.A.R