lunes, 8 de julio de 2019

El sueño prometido




Miro atrás, mientras arrastro el equipaje que se aferra en detener mis pasos. No sé si avanzo; de ser así, la meta se vislumbra lejos. Me detengo en esa pausa que atesora mi pasado, empolvado, con aroma añejo. A mi mente viene aquel soneto de Neruda: «Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo…» Sonrío; nada fácil, pues las comisuras de mis labios agrietados duelen por la falta de sus besos.

A veces pienso que las noches son más largas que los días, y que el minutero en mi reloj, por más que corre, no logra dar alcance al segundero. Miro al norte, pues el viento que acaricia mi cabello sopla en esa dirección; señal para seguir andando.

Ignoro si las almas que se rompen tienen compostura. No logro imaginarlas; quizás están raídas, o llenas de remiendos, intentando simular que la oquedad del álter ego se ha desvanecido. Se dice que para ganar es necesario haber perdido, y con ello, valorar lo que con creces se ha tenido; lo malo, lo bueno, amalgama que sin duda servirá para alcanzar el sueño prometido.

Roberto Soria – Iñaki
Ana Andreu

sábado, 6 de julio de 2019

Hagamos bulerías




Estoy sediento de querer sin limitantes
de ver la luna como lo hacen los amantes
de trasnochar entre murmullos de los grillos
y de sentirte aquí, al lado mío

Borra las huellas de un pasado inexistente
dile a mi mente que se piense diferente
hazme el amor hasta sentir que soy vencido
sin el temor de ser, un ser querido

Que sean tus besos los que sanen mis heridas
y tus caricias ese bálsamo de vida
prometo amarte sin reserva ni medida
como el ferviente sol, que abraza el nuevo día

Que sean tus dedos los que graben en mi boca
esas palabras como el cincel en la roca
os dejaré que escribas versos en mi piel
como la tinta en el papel; hagamos bulerías.

Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública

viernes, 5 de julio de 2019

Flores secas




Miro la butaca, aquella que dejaste sola y fría, tan huérfana de tu calor porque tu cuerpo ya no está y yo... ¡Por qué te fuiste?, si sabes que mi corazón es débil lo mismo que la rama más delgada del Rosal que se ha secado por tu ausencia; vara que por cierto hoy cruje.

Mis ojos se han secado; las gotas que brotaban se extinguieron. Sé que moriré sin ti, mas cuando el tiempo en mi reloj decida no avanzar, en el último tic-tac pronunciaré tu nombre, y dormiré por siempre, soñando que volvemos a encontrarnos y que tú..., me besarás con la pasión de siempre.


Imagen pública

Pasodoble del Cantante



Cierto que quise matarle, echar mano del cuchillo, ¡cortar de tajo su cuello!, aquel que tanto besé, por placer y con deseo; pero…, me abandonaron las fuerzas.

Me pregunto qué hice mal, si dejé mi mundo atrás para seguirle los pasos, como perro que acompaña para ganar la caricia, pero él ya no me amaba, lo supe por su malicia.

Una tarde calurosa comenzó la pesadilla; ¡poniéndome de rodillas me golpeó inmisericorde! Y aunque quise defenderme no pude con la deshonra. ¡Después de tanto violarme se abotonó la camisa, y con sorna despiadada me dijo entre risa y risa!
—Me voy con otra mujer; podéis moriros si quieres, pues poco y nada me importa; me interesan los placeres —y se marchó…

A la mañana siguiente los vecinos pregonaban:
«Con una bala en la frente, encontraron al cantante. Se sospecha del marido, de la dama que en su nido, le dio placer al amante».

Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública©