lunes, 8 de julio de 2019

El sueño prometido




Miro atrás, mientras arrastro el equipaje que se aferra en detener mis pasos. No sé si avanzo; de ser así, la meta se vislumbra lejos. Me detengo en esa pausa que atesora mi pasado, empolvado, con aroma añejo. A mi mente viene aquel soneto de Neruda: «Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo…» Sonrío; nada fácil, pues las comisuras de mis labios agrietados duelen por la falta de sus besos.

A veces pienso que las noches son más largas que los días, y que el minutero en mi reloj, por más que corre, no logra dar alcance al segundero. Miro al norte, pues el viento que acaricia mi cabello sopla en esa dirección; señal para seguir andando.

Ignoro si las almas que se rompen tienen compostura. No logro imaginarlas; quizás están raídas, o llenas de remiendos, intentando simular que la oquedad del álter ego se ha desvanecido. Se dice que para ganar es necesario haber perdido, y con ello, valorar lo que con creces se ha tenido; lo malo, lo bueno, amalgama que sin duda servirá para alcanzar el sueño prometido.

Roberto Soria – Iñaki
Ana Andreu

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