¡Que no se muera la pluma! Foro de interacción en pro de la lectura, escritura y algo más.
viernes, 29 de septiembre de 2017
Desnuda
Desnuda
Sin el mínimo recato
Escuchando algún relato
O los versos de Neruda
Eso quiero hacer contigo...
Y es que yo no tengo duda
Que puedo darte mi abrigo
Yo quiero ser tu mujer
Tú quieres ser mi marido.
Roberto Soria - Iñaki
Microcuentos
Imagen de United Artists
Tres minutos
Te pido tiempo
Nada que consiga importunar
Tan sólo son tres minutos
Para sentir tu mirar
Sólo es tiempo
Eterno por ser la espera
Para escuchar de tu boca
Que no soy una quimera
Tres minutos
Sólo eso
Para decir en un beso
Que me faltan las palabras
Y que mis noches son largas
Porque cuando miro al cielo
La estrella del desconsuelo
Me pide que no te vayas
La despedida se acerca
Lo dice tu corazón
Y aunque no tiene razón
Acepto su cruel castigo
Mas si quieres ser mi amigo
En lugar de ser mi amante
Te pido esos tres minutos
Para morirme al instante
Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists
jueves, 28 de septiembre de 2017
La Soledad, es perra
Camina sola, entre toneladas de concreto mudo, bajo las farolas que intentan disipar la oscuridad de su penumbra. Acomoda su melena, mientras el carmín que colocó en sus labios luce intenso. Sus ojos negros contrastan con la blancura casi albina de la piel que cubre a la perfección su esbelto cuerpo.
La media noche la abraza. Su andar es acompasado, como si quisiera taladrar la acera con la punta milimétrica de sus tacones. En el hombro derecho descansan las correas de su bolso de marca prestigiada, adornado con una serie de detalles en charol con grecas que lo hacen lucir bastante caro. El viento sopla helado, pero el abrigo que la cubre pareciera no inmutarse por el clima.
Continúa caminando, como si a cada paso sus torneadas piernas se alimentaran con los metros recorridos. De repente, un pequeño perro se aparece en su camino. La mira emocionado no obstante el mantenerse como pegado al suelo, hecho una bola por la temperatura que se ostenta despiadada. —Hola, pequeñín, no tengas miedo que no pienso lastimarte. ¿Qué haces aquí, acaso te han corrido de la casa?—. Le dice mientras el canino levanta un poco la cabeza para poder olfatearla…
Ella lo acaricia y el perrito se levanta, como impulsado por un resorte, como si fuera su ama…, le baila, incluso le emite sonidos como para conquistarla. —¡Olé, pequeño!, hasta parece que fuiste entrenado para dar los brincos. Pero nada, que no pienso llevarte conmigo. Con trabajos cargo mis cansados huesos, además, en el piso donde vivo no permiten animales.
El perrito pareciera entender lo que le ha dicho…, chilla al tiempo que regresa a su resguardo con la cola entre las patas. La mujer se acerca, se arrodilla, y en voz baja le revela la decisión que ha tomado. —Jolines, tío, pero si a mí no me gustan los perros. Además, lo único que me acompaña es mi sombra y ya estoy acostumbrada. Pero bueno, anda, vamos, ya veremos lo que le invento a la dueña del edificio en donde vivo—. El canino lamió la mano de la mujer que recién se levantaba, fue entonces que la mujer notó la correa que apenas se miraba entre lo espeso del pelaje del canino abandonado. De la hebilla de la correa pendía una pequeña placa confeccionada en aluminio que decía: «Busco alma solitaria, ¿mi nombre? “Soledad”, y tú, ¿cómo te llamas?».
Confesiones
Sin un verso
En compañía de la flama de una vela
Cuyo calor me dice que consuela
La ausencia gélida del dulce amargo de sus besos
En compañía de la flama de una vela
Cuyo calor me dice que consuela
La ausencia gélida del dulce amargo de sus besos
Sólo rezos
Palabras vanas afiladas como dagas
Que hacen pedazos las caricias que me dabas
Entre el murmullo palpitante de embeleso
Palabras vanas afiladas como dagas
Que hacen pedazos las caricias que me dabas
Entre el murmullo palpitante de embeleso
Y lo confieso
Me siento preso en una jaula inexistente
Con los recuerdos de una noche impertinente
Que se llevó los sentimientos que profeso
Me siento preso en una jaula inexistente
Con los recuerdos de una noche impertinente
Que se llevó los sentimientos que profeso
Diré tres cosas
En la primera, la segunda y la tercera
Será más fácil abrazarme a una quimera
Que a sucumbir a las espinas de las rosas
En la primera, la segunda y la tercera
Será más fácil abrazarme a una quimera
Que a sucumbir a las espinas de las rosas
Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists
Imagen de United Artists
lunes, 25 de septiembre de 2017
Sin cuadratura
Melodía sin cuadratura
Almas invitadas por la suerte
Sin saber que en el duelo con la muerte
Se escuchará el adiós sin sepultura
Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists
Deja que bese tus años
Deja mujer
Que me enlace a tus arrugas
A los pliegues de tu piel
Y al borde de tu cintura
¡No me importa tu pasado!
Ni lo blanco del cabello
Después de todo el pecado
Hace nuestro idilio bello
Si los años que te visten
Descansaran en mi almohada
Recorrería con mis besos
El calor de tu mirada
Y te diría que te quiero
Como nadie te ha querido
Y me perdería en tus brazos...
Hasta quedarme dormido
Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists
El texto hiere
Escribir desde el dolor...
Donde los puntos y las comas lloran
Desde el umbral de la interrogación valiente
Y ante la exclamación que suele ser hiriente
Así te amo
Y por testigo cito al guión que me antecede
Para que diga entre comillas lo que duele
El subrayar que sin tu amor mi texto muere
Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists
viernes, 22 de septiembre de 2017
Una fecha para el sismo (Versión completa)
«2017, 19 de septiembre.»
No fue fácil descender por
las escaleras de la casa, el movimiento telúrico me lo impedía. Le grité a mi
esposa, ella se encontraba en la planta baja, impresionada. La tomé de la mano
y como pudimos alcanzamos la puerta principal, no sin antes mirar como las
cosas se caían a nuestro paso…
Nos paramos a la mitad de
la calle, la gente abandonaba por seguridad sus hogares; muchos gritaban. El
sismo se sentía muy fuerte. —¡¡¡los niños!!!— Me gritaba mi esposa,
refiriéndose a nuestros hijos.
—¡Cálmate, necesito que te
calmes para poder ir por ellos!— le dije mientras muchas personas corrían hacia
los colegios… —¡Rodrigo, me preocupa Rodrigo!— Se refería a nuestro hijo mayor
quien se encontraba en la Universidad, a dos horas de camino.
—¡Él estará bien, confía!—
mi esposa me veía, pero parecía como si no me escuchara. —¡Quédate aquí— le
dije, mientras ella sólo repetía el nombre de nuestros hijos.
—¡No, yo voy contigo!— me
dijo sin soltarse de mi mano.
Corrimos dando tumbos pues
el movimiento de la tierra no cesaba. Cada instante era valioso. Llegamos a la
escuela primaria, ubicada a escasas dos calles de nuestro domicilio. La puerta
estaba cerrada. Algunos padres empezaron a golpearla para que fuera abierta. El
tiempo parecía nuestro enemigo, y los gritos de la gente desesperada
entorpecían cualquier acto razonable.
—¡Necesito que estés en
calma, voy por Robertito a la secundaria!— Se trataba de mi hijo el de en
medio. Corrí tan rápido como pude… cinco largas e interminables calles. Así me
parecían. El sismo había cesado.
Al llegar, las puertas de
la escuela se encontraban abiertas... —¡Calma, sus hijos están bien, calma,
necesitamos que entren en orden!— nos indicaba uno de los docentes. Todos los
alumnos se encontraban sentados en el suelo del patio principal. El ruido de
las voces era incesante. Los maestros intentaban organizar el evento.
—¡Van a pasar en orden por
sus hijos— Gritó uno de los maestros, pero el nerviosismo pudo más que la
cordura.
—¡Acá estoy, papá!—
Escuché gritar a mi hijo. Después de confirmar que él se encontraba bien nos
retiramos de inmediato.
Intercambiábamos
comentarios mientras corríamos de regreso a la primaria… —¡¿Mi mamá y Mili (mi hijo menor) cómo están?!— lo puse en
antecedentes en lo que seguimos corriendo hasta llegar a la primaria…
—¡Don Roberto, su esposa
ya se llevó a su hijo!— me dijo una de las maestras.
Corrimos hacia la casa, mi
esposa y mi hijo ya nos esperaban de pie sobre la banqueta. Nos abrazamos. Al
entrar, lo primero que vimos fue el agua de la cisterna. Se había desbordado.
Algunos cuadros de la pared estaban en el suelo. No había suministro eléctrico,
tampoco servicio telefónico.
El impacto del sismo se
había sentido más fuerte que el de los días pasados, al menos eso nos pareció.
El ulular de las sirenas se escuchaba por todas partes y un par de helicópteros
se avistaban sobre nuestro vecindario.
Pensábamos en Rodrigo,
nuestro hijo, en nuestras familias. Era evidente que se trataba de una
desgracia similar a la de 1985…
***
5 de la tarde, seguimos
parcialmente incomunicados. Mi hijo Rodrigo aún no llega, no sabemos nada de
él. Los medios de comunicación anunciaban la desgracia. A las 13:14 horas, un
sismo de 7.1 en la escala de Richter, cuyo epicentro se presentó a 120
kilómetros de la Ciudad de México había sacudido a varios estados de la República,
según información de las autoridades competentes… La energía eléctrica se
restableció en mi comunidad, y con ello el internet.
Un whatsApp entró a mi teléfono móvil… «Papá, acaba de temblar muy fuerte. ¿Están bien?, estoy en la
Universidad.» El mensaje registraba las 13:21 horas. Por fin sabíamos que
nuestro hijo estaba vivo.
Las noticias en los medios
daban toda clase de reportes. Derrumbes, heridos y…, muertos. Las cifras se
incrementaban. La solidaridad de los mexicanos no se había hecho esperar. Los
ciudadanos fueron los primeros en actuar, no necesitaron de una orden. Los colonos
de las zonas afectadas auxiliaban a quienes podían.
Muchos hicieron uso de sus
teléfonos móviles… fotos, vídeos. Registrando con ello la evidencia de la
tragedia que azotaba sin piedad a nuestro pueblo.
Municipios de Morelos,
Estado de México, Puebla, Guerrero y la Ciudad de México eran al menos en
inicio los principales afectados. Sin olvidar a los hermanos de Oaxaca y
Chiapas que aún no se recuperaban del terremoto que los había sacudido el
pasado 7 de septiembre con una intensidad de 8.2 grados en la escala de Richter
y, cuyas repercusiones habían alcanzado a otras localidades, incluyendo a la
Ciudad de México.
Topos, La Marina, El
Ejercito y brigadas socorristas hicieron finalmente su aparición. No había
tiempo para cuestionar lo tardío de su intervención, la prioridad era rescatar
a las víctimas de entre los escombros.
17:30 horas, mi hijo Rodrigo
por fin llegó a casa. Nos llena de felicidad. Narra el viacrucis que tuvo que
experimentar para llegar hasta su destino. Intercambiamos experiencias…
Muchas avenidas principales
se habían convertido en estacionamientos gigantescos. Los vehículos no se
movían, no así la tierra, cuyas réplicas se seguían registrando.
Centenares de voluntarios se
volcaban a las zonas más afectadas, entre ellas, una al sur de la ciudad, en
donde se encontraba el colegio “Enrique
Rebsamen”, cuyo edificio había colapsado casi en su totalidad. Entre
escombros se encontraban sepultadas varias personas. El reporte inicial (no oficial) hablaba de muchos menores
de edad, entre niños y niñas, además de una maestra. Se decía que algunos
estaban aún con vida.
Otros puntos de gran
afectación en la Ciudad de México eran en la colonia Condesa, la Del Valle,
Lindavista, Roma y la Obrera, sin olvidar Xochimilco. Lugares en donde se
aseguraba había víctimas atrapadas entre los escombros, bajo toneladas y
toneladas de concreto y fierros retorcidos. Lo mismo sucedía en los municipios
de los estados citados con antelación.
El transcurso de las horas
arrojaba sensaciones ambivalentes…, esperanza y desesperanza, dolor y júbilo,
capacidad e impotencia. Se confirmaba el hallazgo de personas vivas. Tan cerca
y a la vez tan lejos de ser rescatadas porque el tiempo, el clima y los
destrozos parecían jugar en contra.
***
A más de 48 horas del sismo
las labores de rescate no se detienen ni por un segundo. Se suma la ayuda
internacional. Brigadas especializadas con caninos y artefactos tecnológicos de
reciente generación actúan. Las estrategias conducidas por personal altamente
calificado en este tipo de siniestros no se hacen esperar…
Las labores de recate
brindan frutos, no todas son buenas noticias. Algunos cuerpos aparecen entre
los escombros. Algunos vivos, otros muertos…
Todo capta mi atención. Me
uno a un grupo de voluntarios para circular la información obtenida sobre los
desaparecidos. La ayuda de la ciudadanía continúa…, alimentos, medicamentos,
herramientas, material de curación, agua. Todo fluye, y aunque la logística
presenta fallos todos son justificables pues en estos menesteres no todos somos
expertos. No obstante, la lucha sigue, el ahínco por rescatar sobrevivientes
prevalece. Pero llega otro fenómeno, el de la discordia. El de los intereses
creados.
En las redes sociales
circula información comprometedora. Videos del presidente de la República y su
señora esposa mofándose mientras la situación de desgracia impera. Posando para
las cámaras en un supuesto apoyo trasladando víveres… Entre risas juegan. El espectáculo
dura apenas unos cuantos minutos.
De los políticos…, nada, ni
sus luces. No existe compromiso por parte de ellos para con sus
“representados”, porque mientras sus “compatriotas” se debaten en las zonas de
peligro ellos discuten la iniciativa de “donar” el 20% del presupuesto
destinado a sus campañas electorales, presupuesto que por cierto defienden como
perros que se ven amenazados cuando les quieren quitar el hueso, amparándose en
el “No debemos violar las leyes
establecidas para la donación de recursos federales” Presupuesto que, dicho
sea de paso, es extraído de los impuestos de los ciudadanos.
Los multimillonarios callan
lo mismo que los famosos, y los representantes religiosos mandan sólo
condolencias y promesas de oraciones. De sus arcas…, nada.
Miro las noticias, una de
las principales televisoras monta un espectáculo mediático grotesco. Alega con
algunos militares de alto rango la mala información proporcionada por el
ejército para ser difundida en tiempo y forma, como si el target televisivo fuera lo más importante para ellos.
Los principales conductores
de programas en televisión hacen campaña para captar donativos, pero pocos, o
casi ninguno pone la muestra de su tan multicitado altruismo.
Finalmente, y ante la mención
de tales hechos algunos famosos y millonarios hacen acto de presencia. Camisas
blancas, impecables, ropa de marca, así lucen, como en una pasarela, desfilando
en un intento inevitable por empolvarse de tierra.
Son dos mundos, disímiles.
Uno, el de la realidad que sin palabras nos presenta lo vulnerables que somos
ante la naturaleza. El otro, el de la mezquindad, ese, en donde los que tienen
quieren más sin ensuciarse las manos, aprovechándose del dolor por la pérdida
de seres queridos y por supuesto, de los bienes materiales.
Nada podrá resarcir estos
daños, y sí, cierto, México está de pie, gracias a los ciudadanos, gracias a
todos aquellos nacionales o extranjeros que se tomaron de la mano, sin
dobleces, sin imposiciones, sin intereses de por medio, por el simple hecho de
ser humanos.
Roberto Soria - Iñaki
jueves, 21 de septiembre de 2017
Una fecha para el sismo.(Primera parte).
Una fecha para el sismo.
«2017, 19 de septiembre.»
No fue fácil descender por las escaleras de la casa, el movimiento
telúrico me lo impedía. Le grité a mi esposa, ella se encontraba en la planta
baja, impresionada. La tomé de la mano y como pudimos alcanzamos la puerta
principal, no sin antes mirar como las cosas se caían a nuestro paso…
Nos paramos a la mitad de la calle, la gente abandonaba por seguridad
sus hogares; muchos gritaban. El sismo se sentía muy fuerte. —¡¡¡los niños!!!—
Me gritaba mi esposa, refiriéndose a nuestros hijos.
—¡Cálmate, necesito que te
calmes para poder ir por ellos!— le dije mientras muchas personas corrían hacia
los colegios… —¡Rodrigo, me preocupa Rodrigo!— Se refería a nuestro hijo mayor
quien se encontraba en la Universidad, a dos horas de camino.
—¡Él estará bien, confía!—
mi esposa me veía, pero parecía como si no me escuchara. —¡Quédate aquí— le
dije, mientras ella sólo repetía el nombre de nuestros hijos.
—¡No, yo voy contigo!— me
dijo sin soltarse de mi mano.
Corrimos dando tumbos pues el movimiento de la tierra no cesaba.
Cada instante era valioso. Llegamos a la escuela primaria, ubicada a escasas
dos calles de nuestro domicilio. La puerta estaba cerrada. Algunos padres empezaron
a golpearla para que fuera abierta. El tiempo parecía nuestro enemigo, y los
gritos de la gente desesperada entorpecían cualquier acto razonable.
—¡Necesito que estés en calma, voy por Robertito a la secundaria!—
Se trataba de mi hijo el de en medio. Corrí tan rápido como pude… cinco largas
e interminables calles. Así me parecían. El sismo había cesado.
Al llegar, las puertas de la escuela se encontraban abiertas...
—¡Calma, sus hijos están bien, calma, necesitamos que entren en orden!— nos
indicaba uno de los docentes. Todos los alumnos se encontraban sentados en el
suelo del patio principal. El ruido de las voces era incesante. Los maestros intentaban
organizar el evento.
—¡Van a pasar en orden por
sus hijos— Gritó uno de los maestros, pero el nerviosismo pudo más que la
cordura.
—¡Acá estoy, papá!—
Escuché gritar a mi hijo. Después de confirmar que él se encontraba bien nos
retiramos de inmediato.
Intercambiábamos
comentarios mientras corríamos de regreso a la primaria… —¡¿Mi mamá y Mili (mi
hijo menor) cómo están?!— lo puse en antecedentes en lo que seguimos corriendo
hasta llegar a la primaria…
—¡Don Roberto, su esposa ya se llevó a su hijo!— me dijo una de
las maestras.
Corrimos hacia la casa, mi esposa y mi hijo ya nos esperaban de
pie sobre la banqueta. Nos abrazamos. Al entrar, lo primero que vimos fue el
agua de la cisterna. Se había desbordado. Algunos cuadros de la pared estaban
en el suelo. No había suministro eléctrico, tampoco servicio telefónico.
El impacto del sismo se había sentido más fuerte que el de los
días pasados, al menos eso nos pareció. El ulular de las sirenas se escuchaba
por todas partes y un par de helicópteros se avistaban sobre nuestro
vecindario.
Pensábamos en Rodrigo, nuestro hijo, en nuestras familias. Era
evidente que se trataba de una desgracia similar a la de 1985…
Continuará...
-Con respeto. México, una nación sumergida en la desgracia
by Roberto Soria - Iñaki
martes, 19 de septiembre de 2017
Dolors López
Merche Maldonado
La ecuación es fácil de resolver
para dar el corazón completo
contemplar la belleza de cada amanecer
y abrazar a la razón con intelecto
para dar el corazón completo
contemplar la belleza de cada amanecer
y abrazar a la razón con intelecto
El rincón de los olvidos
El rincón de los olvidos.
Tan tuyo, tan mío
como pétalos de rosa
que no saben del hastío
como pétalos de rosa
que no saben del hastío
Deja que te cubra el tallo
para que no tengas frío
mientras el amor que callo
sigue siendo tuyo y mío
para que no tengas frío
mientras el amor que callo
sigue siendo tuyo y mío
Nina Peña
¡Vamos, querido tintero!
Deja que te dicte el alma
Para decir lo que quiero
Antes de perder la calma
Deja que te dicte el alma
Para decir lo que quiero
Antes de perder la calma
Entre plumas y tinteros
Bendita pluma,
¿Podéis decirle al tintero?
Que me brotan las palabras
Para decir que la quiero
¿Podéis decirle al tintero?
Que me brotan las palabras
Para decir que la quiero
Que me despierto en las noches
Llorando por mis desvelos
¡Y que las sombras me abrazan!
Mientras de a poco me muero
Llorando por mis desvelos
¡Y que las sombras me abrazan!
Mientras de a poco me muero
¡Anda, querido tintero!
Escucha la confesión
Porque las cosas que digo
Me nacen del corazón
Escucha la confesión
Porque las cosas que digo
Me nacen del corazón
Recuerdo que me dijeron
Que no tenía la razón
Que sus besos traicioneros
Eran sólo sensación
Que no tenía la razón
Que sus besos traicioneros
Eran sólo sensación
No hice caso a la pluma
Y le ofrecí por completo
Mis versos y el intelecto
Mis besos y una canción
Y le ofrecí por completo
Mis versos y el intelecto
Mis besos y una canción
¡Llora, querido tintero!
Abracemos el dolor
Tú sabes cuánto la quiero
No me tengas compasión
Abracemos el dolor
Tú sabes cuánto la quiero
No me tengas compasión
La tuve por unas noches
Calentando mi colchón
Sin sospechar que sus sueños
Albergaban la traición
Calentando mi colchón
Sin sospechar que sus sueños
Albergaban la traición
¿¡Qué daño pude causarle?!
¡Maldita su cerrazón!
Estoy muriendo, tintero
Abraza mi corazón...
¡Maldita su cerrazón!
Estoy muriendo, tintero
Abraza mi corazón...
Aída el Pozo Aceves
Escribir es una forma de vida, así lo entiendo. Deslizar la pluma es como viajar en un universo paralelo, montada en una nave espacial que me permite contemplar las maravillas que se disponen ante mis ojos para plasmar las historias que por momentos, sólo puedo acariciar en los más hermosos sueños.
Gudea De Lagash
En el intento por describir las emociones que se desatan en mí cuando escribo sólo acierto a definir…, maravillosa vida, que le permites a mi pluma delinear los sentimientos que se agitan en mi pecho, que gritan jubilosos por salir, que se emocionan al saber que ese mutis expectante cederá su espacio para regodearse entre las páginas sutiles de mis libros.
Merche Maldonado Ruíz
Mis placeres están perfectamente definidos. He dejado detrás mío a las banalidades, lo superfluo no me excita. El silencio susurra en mi oído entretanto la imaginación me besa.
Los dedos de mi diestra se mueven como danzarines, haciendo reverencias cuando sienten que la pluma…, ya está cerca
Utopías
Te amo
Aún sin haberte conocido
Y entre sueños y quinientosmil suspiros
Me tienes como al gorrión cuando lo tiene el nido
Aún sin haberte conocido
Y entre sueños y quinientosmil suspiros
Me tienes como al gorrión cuando lo tiene el nido
Y mis manos
Tan ingenuas
Pues dibujan en el aire tu silueta
Tan radiante, tan esbelta
Tan ingenuas
Pues dibujan en el aire tu silueta
Tan radiante, tan esbelta
Pero no se trata del contorno de tu cuerpo
Es tu alma la que pinta mi trastorno
Porque quiero conocerte y abrazarte
Hasta perdernos en un viaje sin retorno
Es tu alma la que pinta mi trastorno
Porque quiero conocerte y abrazarte
Hasta perdernos en un viaje sin retorno
Sé que existes
Me lo dice el corazón acelerado
Que sin verte como tanto lo ha deseado
Ya se siente de tu esencia enamorado
Me lo dice el corazón acelerado
Que sin verte como tanto lo ha deseado
Ya se siente de tu esencia enamorado
Y te busco
Entre letras que calientan mi mirada
Y entre besos que le dicen a mi almohada
Bienvenida..., te esperaba
Entre letras que calientan mi mirada
Y entre besos que le dicen a mi almohada
Bienvenida..., te esperaba
Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists
Imagen de United Artists
El color de los suspiros
¿Tienen color los suspiros?
¡Dime, lo quiero saber!
Porque en mis noches despierto
Y no atino a comprender…
¡Dime, lo quiero saber!
Porque en mis noches despierto
Y no atino a comprender…
No sé si son cristalinos
O negros como la sombra
Maduros cual pergamino
O mullidos como alfombra
O negros como la sombra
Maduros cual pergamino
O mullidos como alfombra
Tan sólo sé que me brotan
Cuando recuerdo su nombre
Al punto tal que me pierdo
Por los besos de ese hombre
Cuando recuerdo su nombre
Al punto tal que me pierdo
Por los besos de ese hombre
Ya luego pues me sosiego
Para escribirle unos versos
En el lienzo veraniego
Donde durmieron mis egos
Para escribirle unos versos
En el lienzo veraniego
Donde durmieron mis egos
Fui suya por una noche
Y me dejó por fortuna
Las estrellas sin derroche
Y por candil…, nuestra Luna
Y me dejó por fortuna
Las estrellas sin derroche
Y por candil…, nuestra Luna
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