viernes, 29 de septiembre de 2017

Desnuda



Desnuda
Sin el mínimo recato
Escuchando algún relato
O los versos de Neruda

Eso quiero hacer contigo...

Y es que yo no tengo duda
Que puedo darte mi abrigo
Yo quiero ser tu mujer
Tú quieres ser mi marido.



Roberto Soria - Iñaki
Microcuentos
Imagen de United Artists

Tres minutos







Te pido tiempo
Nada que consiga importunar
Tan sólo son tres minutos
Para sentir tu mirar

Sólo es tiempo
Eterno por ser la espera
Para escuchar de tu boca
Que no soy una quimera

Tres minutos
Sólo eso
Para decir en un beso
Que me faltan las palabras

Y que mis noches son largas
Porque cuando miro al cielo
La estrella del desconsuelo
Me pide que no te vayas

La despedida se acerca
Lo dice tu corazón
Y aunque no tiene razón
Acepto su cruel castigo

Mas si quieres ser mi amigo
En lugar de ser mi amante
Te pido esos tres minutos
Para morirme al instante




Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists

jueves, 28 de septiembre de 2017

La Soledad, es perra




Camina sola, entre toneladas de concreto mudo, bajo las farolas que intentan disipar la oscuridad de su penumbra. Acomoda su melena, mientras el carmín que colocó en sus labios luce intenso. Sus ojos negros contrastan con la blancura casi albina de la piel que cubre a la perfección su esbelto cuerpo.
La media noche la abraza. Su andar es acompasado, como si quisiera taladrar la acera con la punta milimétrica de sus tacones. En el hombro derecho descansan las correas de su bolso de marca prestigiada, adornado con una serie de detalles en charol con grecas que lo hacen lucir bastante caro. El viento sopla helado, pero el abrigo que la cubre pareciera no inmutarse por el clima.
Continúa caminando, como si a cada paso sus torneadas piernas se alimentaran con los metros recorridos. De repente, un pequeño perro se aparece en su camino. La mira emocionado no obstante el mantenerse como pegado al suelo, hecho una bola por la temperatura que se ostenta despiadada. —Hola, pequeñín, no tengas miedo que no pienso lastimarte. ¿Qué haces aquí, acaso te han corrido de la casa?—. Le dice mientras el canino levanta un poco la cabeza para poder olfatearla…
Ella lo acaricia y el perrito se levanta, como impulsado por un resorte, como si fuera su ama…, le baila, incluso le emite sonidos como para conquistarla. —¡Olé, pequeño!, hasta parece que fuiste entrenado para dar los brincos. Pero nada, que no pienso llevarte conmigo. Con trabajos cargo mis cansados huesos, además, en el piso donde vivo no permiten animales.
El perrito pareciera entender lo que le ha dicho…, chilla al tiempo que regresa a su resguardo con la cola entre las patas. La mujer se acerca, se arrodilla, y en voz baja le revela la decisión que ha tomado. —Jolines, tío, pero si a mí no me gustan los perros. Además, lo único que me acompaña es mi sombra y ya estoy acostumbrada. Pero bueno, anda, vamos, ya veremos lo que le invento a la dueña del edificio en donde vivo—. El canino lamió la mano de la mujer que recién se levantaba, fue entonces que la mujer notó la correa que apenas se miraba entre lo espeso del pelaje del canino abandonado. De la hebilla de la correa pendía una pequeña placa confeccionada en aluminio que decía: «Busco alma solitaria, ¿mi nombre? “Soledad”, y tú, ¿cómo te llamas?».


Confesiones


Sin un verso
En compañía de la flama de una vela
Cuyo calor me dice que consuela
La ausencia gélida del dulce amargo de sus besos
Sólo rezos
Palabras vanas afiladas como dagas
Que hacen pedazos las caricias que me dabas
Entre el murmullo palpitante de embeleso
Y lo confieso
Me siento preso en una jaula inexistente
Con los recuerdos de una noche impertinente
Que se llevó los sentimientos que profeso
Diré tres cosas
En la primera, la segunda y la tercera
Será más fácil abrazarme a una quimera
Que a sucumbir a las espinas de las rosas



Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists

lunes, 25 de septiembre de 2017

Sin cuadratura



Melodía sin cuadratura
Almas invitadas por la suerte
Sin saber que en el duelo con la muerte
Se escuchará el adiós sin sepultura




Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists

Deja que bese tus años



Deja mujer
Que me enlace a tus arrugas
A los pliegues de tu piel
Y al borde de tu cintura

¡No me importa tu pasado!
Ni lo blanco del cabello
Después de todo el pecado
Hace nuestro idilio bello

Si los años que te visten
Descansaran en mi almohada
Recorrería con mis besos
El calor de tu mirada

Y te diría que te quiero
Como nadie te ha querido
Y me perdería en tus brazos...
Hasta quedarme dormido



Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists

El texto hiere



Escribir desde el dolor...
Donde los puntos y las comas lloran
Desde el umbral de la interrogación valiente
Y ante la exclamación que suele ser hiriente

Así te amo
Y por testigo cito al guión que me antecede
Para que diga entre comillas lo que duele
El subrayar que sin tu amor mi texto muere




Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists

viernes, 22 de septiembre de 2017

Una fecha para el sismo (Versión completa)


«2017, 19 de septiembre.»

No fue fácil descender por las escaleras de la casa, el movimiento telúrico me lo impedía. Le grité a mi esposa, ella se encontraba en la planta baja, impresionada. La tomé de la mano y como pudimos alcanzamos la puerta principal, no sin antes mirar como las cosas se caían a nuestro paso…
Nos paramos a la mitad de la calle, la gente abandonaba por seguridad sus hogares; muchos gritaban. El sismo se sentía muy fuerte. —¡¡¡los niños!!!— Me gritaba mi esposa, refiriéndose a nuestros hijos.
—¡Cálmate, necesito que te calmes para poder ir por ellos!— le dije mientras muchas personas corrían hacia los colegios… —¡Rodrigo, me preocupa Rodrigo!— Se refería a nuestro hijo mayor quien se encontraba en la Universidad, a dos horas de camino.
—¡Él estará bien, confía!— mi esposa me veía, pero parecía como si no me escuchara. —¡Quédate aquí— le dije, mientras ella sólo repetía el nombre de nuestros hijos.
—¡No, yo voy contigo!— me dijo sin soltarse de mi mano.

Corrimos dando tumbos pues el movimiento de la tierra no cesaba. Cada instante era valioso. Llegamos a la escuela primaria, ubicada a escasas dos calles de nuestro domicilio. La puerta estaba cerrada. Algunos padres empezaron a golpearla para que fuera abierta. El tiempo parecía nuestro enemigo, y los gritos de la gente desesperada entorpecían cualquier acto razonable.
—¡Necesito que estés en calma, voy por Robertito a la secundaria!— Se trataba de mi hijo el de en medio. Corrí tan rápido como pude… cinco largas e interminables calles. Así me parecían. El sismo había cesado.
Al llegar, las puertas de la escuela se encontraban abiertas... —¡Calma, sus hijos están bien, calma, necesitamos que entren en orden!— nos indicaba uno de los docentes. Todos los alumnos se encontraban sentados en el suelo del patio principal. El ruido de las voces era incesante. Los maestros intentaban organizar el evento.
—¡Van a pasar en orden por sus hijos— Gritó uno de los maestros, pero el nerviosismo pudo más que la cordura.
—¡Acá estoy, papá!— Escuché gritar a mi hijo. Después de confirmar que él se encontraba bien nos retiramos de inmediato.

Intercambiábamos comentarios mientras corríamos de regreso a la primaria… —¡¿Mi mamá y Mili (mi hijo menor) cómo están?!— lo puse en antecedentes en lo que seguimos corriendo hasta llegar a la primaria…

—¡Don Roberto, su esposa ya se llevó a su hijo!— me dijo una de las maestras.

Corrimos hacia la casa, mi esposa y mi hijo ya nos esperaban de pie sobre la banqueta. Nos abrazamos. Al entrar, lo primero que vimos fue el agua de la cisterna. Se había desbordado. Algunos cuadros de la pared estaban en el suelo. No había suministro eléctrico, tampoco servicio telefónico.
El impacto del sismo se había sentido más fuerte que el de los días pasados, al menos eso nos pareció. El ulular de las sirenas se escuchaba por todas partes y un par de helicópteros se avistaban sobre nuestro vecindario.
Pensábamos en Rodrigo, nuestro hijo, en nuestras familias. Era evidente que se trataba de una desgracia similar a la de 1985…

***


5 de la tarde, seguimos parcialmente incomunicados. Mi hijo Rodrigo aún no llega, no sabemos nada de él. Los medios de comunicación anunciaban la desgracia. A las 13:14 horas, un sismo de 7.1 en la escala de Richter, cuyo epicentro se presentó a 120 kilómetros de la Ciudad de México había sacudido a varios estados de la República, según información de las autoridades competentes… La energía eléctrica se restableció en mi comunidad, y con ello el internet.
Un whatsApp entró a mi teléfono móvil… «Papá, acaba de temblar muy fuerte. ¿Están bien?, estoy en la Universidad.» El mensaje registraba las 13:21 horas. Por fin sabíamos que nuestro hijo estaba vivo.
Las noticias en los medios daban toda clase de reportes. Derrumbes, heridos y…, muertos. Las cifras se incrementaban. La solidaridad de los mexicanos no se había hecho esperar. Los ciudadanos fueron los primeros en actuar, no necesitaron de una orden. Los colonos de las zonas afectadas auxiliaban a quienes podían.
Muchos hicieron uso de sus teléfonos móviles… fotos, vídeos. Registrando con ello la evidencia de la tragedia que azotaba sin piedad a nuestro pueblo.
Municipios de Morelos, Estado de México, Puebla, Guerrero y la Ciudad de México eran al menos en inicio los principales afectados. Sin olvidar a los hermanos de Oaxaca y Chiapas que aún no se recuperaban del terremoto que los había sacudido el pasado 7 de septiembre con una intensidad de 8.2 grados en la escala de Richter y, cuyas repercusiones habían alcanzado a otras localidades, incluyendo a la Ciudad de México.

Topos, La Marina, El Ejercito y brigadas socorristas hicieron finalmente su aparición. No había tiempo para cuestionar lo tardío de su intervención, la prioridad era rescatar a las víctimas de entre los escombros.

17:30 horas, mi hijo Rodrigo por fin llegó a casa. Nos llena de felicidad. Narra el viacrucis que tuvo que experimentar para llegar hasta su destino. Intercambiamos experiencias…
Muchas avenidas principales se habían convertido en estacionamientos gigantescos. Los vehículos no se movían, no así la tierra, cuyas réplicas se seguían registrando.
Centenares de voluntarios se volcaban a las zonas más afectadas, entre ellas, una al sur de la ciudad, en donde se encontraba el colegio “Enrique Rebsamen”, cuyo edificio había colapsado casi en su totalidad. Entre escombros se encontraban sepultadas varias personas. El reporte inicial (no oficial) hablaba de muchos menores de edad, entre niños y niñas, además de una maestra. Se decía que algunos estaban aún con vida.
Otros puntos de gran afectación en la Ciudad de México eran en la colonia Condesa, la Del Valle, Lindavista, Roma y la Obrera, sin olvidar Xochimilco. Lugares en donde se aseguraba había víctimas atrapadas entre los escombros, bajo toneladas y toneladas de concreto y fierros retorcidos. Lo mismo sucedía en los municipios de los estados citados con antelación.
El transcurso de las horas arrojaba sensaciones ambivalentes…, esperanza y desesperanza, dolor y júbilo, capacidad e impotencia. Se confirmaba el hallazgo de personas vivas. Tan cerca y a la vez tan lejos de ser rescatadas porque el tiempo, el clima y los destrozos parecían jugar en contra.

***


A más de 48 horas del sismo las labores de rescate no se detienen ni por un segundo. Se suma la ayuda internacional. Brigadas especializadas con caninos y artefactos tecnológicos de reciente generación actúan. Las estrategias conducidas por personal altamente calificado en este tipo de siniestros no se hacen esperar…
Las labores de recate brindan frutos, no todas son buenas noticias. Algunos cuerpos aparecen entre los escombros. Algunos vivos, otros muertos…
Todo capta mi atención. Me uno a un grupo de voluntarios para circular la información obtenida sobre los desaparecidos. La ayuda de la ciudadanía continúa…, alimentos, medicamentos, herramientas, material de curación, agua. Todo fluye, y aunque la logística presenta fallos todos son justificables pues en estos menesteres no todos somos expertos. No obstante, la lucha sigue, el ahínco por rescatar sobrevivientes prevalece. Pero llega otro fenómeno, el de la discordia. El de los intereses creados.
En las redes sociales circula información comprometedora. Videos del presidente de la República y su señora esposa mofándose mientras la situación de desgracia impera. Posando para las cámaras en un supuesto apoyo trasladando víveres… Entre risas juegan. El espectáculo dura apenas unos cuantos minutos.
De los políticos…, nada, ni sus luces. No existe compromiso por parte de ellos para con sus “representados”, porque mientras sus “compatriotas” se debaten en las zonas de peligro ellos discuten la iniciativa de “donar” el 20% del presupuesto destinado a sus campañas electorales, presupuesto que por cierto defienden como perros que se ven amenazados cuando les quieren quitar el hueso, amparándose en el “No debemos violar las leyes establecidas para la donación de recursos federales” Presupuesto que, dicho sea de paso, es extraído de los impuestos de los ciudadanos.
Los multimillonarios callan lo mismo que los famosos, y los representantes religiosos mandan sólo condolencias y promesas de oraciones. De sus arcas…, nada.
Miro las noticias, una de las principales televisoras monta un espectáculo mediático grotesco. Alega con algunos militares de alto rango la mala información proporcionada por el ejército para ser difundida en tiempo y forma, como si el target televisivo fuera lo más importante para ellos.
Los principales conductores de programas en televisión hacen campaña para captar donativos, pero pocos, o casi ninguno pone la muestra de su tan multicitado altruismo.
Finalmente, y ante la mención de tales hechos algunos famosos y millonarios hacen acto de presencia. Camisas blancas, impecables, ropa de marca, así lucen, como en una pasarela, desfilando en un intento inevitable por empolvarse de tierra.
Son dos mundos, disímiles. Uno, el de la realidad que sin palabras nos presenta lo vulnerables que somos ante la naturaleza. El otro, el de la mezquindad, ese, en donde los que tienen quieren más sin ensuciarse las manos, aprovechándose del dolor por la pérdida de seres queridos y por supuesto, de los bienes materiales.
Nada podrá resarcir estos daños, y sí, cierto, México está de pie, gracias a los ciudadanos, gracias a todos aquellos nacionales o extranjeros que se tomaron de la mano, sin dobleces, sin imposiciones, sin intereses de por medio, por el simple hecho de ser humanos.



Roberto Soria - Iñaki

jueves, 21 de septiembre de 2017

Una fecha para el sismo.(Primera parte).



Una fecha para el sismo.
«2017, 19 de septiembre.»

No fue fácil descender por las escaleras de la casa, el movimiento telúrico me lo impedía. Le grité a mi esposa, ella se encontraba en la planta baja, impresionada. La tomé de la mano y como pudimos alcanzamos la puerta principal, no sin antes mirar como las cosas se caían a nuestro paso…
Nos paramos a la mitad de la calle, la gente abandonaba por seguridad sus hogares; muchos gritaban. El sismo se sentía muy fuerte. —¡¡¡los niños!!!— Me gritaba mi esposa, refiriéndose a nuestros hijos.
—¡Cálmate, necesito que te calmes para poder ir por ellos!— le dije mientras muchas personas corrían hacia los colegios… —¡Rodrigo, me preocupa Rodrigo!— Se refería a nuestro hijo mayor quien se encontraba en la Universidad, a dos horas de camino.
—¡Él estará bien, confía!— mi esposa me veía, pero parecía como si no me escuchara. —¡Quédate aquí— le dije, mientras ella sólo repetía el nombre de nuestros hijos.
—¡No, yo voy contigo!— me dijo sin soltarse de mi mano.

Corrimos dando tumbos pues el movimiento de la tierra no cesaba. Cada instante era valioso. Llegamos a la escuela primaria, ubicada a escasas dos calles de nuestro domicilio. La puerta estaba cerrada. Algunos padres empezaron a golpearla para que fuera abierta. El tiempo parecía nuestro enemigo, y los gritos de la gente desesperada entorpecían cualquier acto razonable.
—¡Necesito que estés en calma, voy por Robertito a la secundaria!— Se trataba de mi hijo el de en medio. Corrí tan rápido como pude… cinco largas e interminables calles. Así me parecían. El sismo había cesado.
Al llegar, las puertas de la escuela se encontraban abiertas... —¡Calma, sus hijos están bien, calma, necesitamos que entren en orden!— nos indicaba uno de los docentes. Todos los alumnos se encontraban sentados en el suelo del patio principal. El ruido de las voces era incesante. Los maestros intentaban organizar el evento.
—¡Van a pasar en orden por sus hijos— Gritó uno de los maestros, pero el nerviosismo pudo más que la cordura.
—¡Acá estoy, papá!— Escuché gritar a mi hijo. Después de confirmar que él se encontraba bien nos retiramos de inmediato.

Intercambiábamos comentarios mientras corríamos de regreso a la primaria… —¡¿Mi mamá y Mili (mi hijo menor) cómo están?!— lo puse en antecedentes en lo que seguimos corriendo hasta llegar a la primaria…

—¡Don Roberto, su esposa ya se llevó a su hijo!— me dijo una de las maestras.

Corrimos hacia la casa, mi esposa y mi hijo ya nos esperaban de pie sobre la banqueta. Nos abrazamos. Al entrar, lo primero que vimos fue el agua de la cisterna. Se había desbordado. Algunos cuadros de la pared estaban en el suelo. No había suministro eléctrico, tampoco servicio telefónico.
El impacto del sismo se había sentido más fuerte que el de los días pasados, al menos eso nos pareció. El ulular de las sirenas se escuchaba por todas partes y un par de helicópteros se avistaban sobre nuestro vecindario.
Pensábamos en Rodrigo, nuestro hijo, en nuestras familias. Era evidente que se trataba de una desgracia similar a la de 1985…





Continuará...



-Con respeto. México, una nación sumergida en la desgracia



by Roberto Soria - Iñaki

martes, 19 de septiembre de 2017

Dolors López




Miré las cicatrices de mis rodillas cansadas
y al acariciar las marcas me desbordé en mil suspiros,
recuerdos todos se alinearon cual cascadas
y agradecí las caídas, los sollozos, los martirios…


Merche Maldonado


La ecuación es fácil de resolver
para dar el corazón completo
contemplar la belleza de cada amanecer
y abrazar a la razón con intelecto


El rincón de los olvidos



El rincón de los olvidos.
Tan tuyo, tan mío
como pétalos de rosa
que no saben del hastío


Deja que te cubra el tallo
para que no tengas frío
mientras el amor que callo
sigue siendo tuyo y mío


Nina Peña




¡Vamos, querido tintero!
Deja que te dicte el alma
Para decir lo que quiero
Antes de perder la calma


Entre plumas y tinteros




Bendita pluma,
¿Podéis decirle al tintero?
Que me brotan las palabras
Para decir que la quiero
Que me despierto en las noches
Llorando por mis desvelos
¡Y que las sombras me abrazan!
Mientras de a poco me muero
¡Anda, querido tintero!
Escucha la confesión
Porque las cosas que digo
Me nacen del corazón
Recuerdo que me dijeron
Que no tenía la razón
Que sus besos traicioneros
Eran sólo sensación
No hice caso a la pluma
Y le ofrecí por completo
Mis versos y el intelecto
Mis besos y una canción
¡Llora, querido tintero!
Abracemos el dolor
Tú sabes cuánto la quiero
No me tengas compasión
La tuve por unas noches
Calentando mi colchón
Sin sospechar que sus sueños
Albergaban la traición
¿¡Qué daño pude causarle?!
¡Maldita su cerrazón!
Estoy muriendo, tintero
Abraza mi corazón...

Aída el Pozo Aceves



Escribir es una forma de vida, así lo entiendo. Deslizar la pluma es como viajar en un universo paralelo, montada en una nave espacial que me permite contemplar las maravillas que se disponen ante mis ojos para plasmar las historias que por momentos, sólo puedo acariciar en los más hermosos sueños.

Gudea De Lagash



En el intento por describir las emociones que se desatan en mí cuando escribo sólo acierto a definir…, maravillosa vida, que le permites a mi pluma delinear los sentimientos que se agitan en mi pecho, que gritan jubilosos por salir, que se emocionan al saber que ese mutis expectante cederá su espacio para regodearse entre las páginas sutiles de mis libros.

Merche Maldonado Ruíz










Mis placeres están perfectamente definidos. He dejado detrás mío a las banalidades, lo superfluo no me excita. El silencio susurra en mi oído entretanto la imaginación me besa.
Los dedos de mi diestra se mueven como danzarines, haciendo reverencias cuando sienten que la pluma…, ya está cerca

Utopías





Te amo
Aún sin haberte conocido
Y entre sueños y quinientosmil suspiros
Me tienes como al gorrión cuando lo tiene el nido

Y mis manos
Tan ingenuas
Pues dibujan en el aire tu silueta
Tan radiante, tan esbelta
Pero no se trata del contorno de tu cuerpo
Es tu alma la que pinta mi trastorno
Porque quiero conocerte y abrazarte
Hasta perdernos en un viaje sin retorno
Sé que existes
Me lo dice el corazón acelerado
Que sin verte como tanto lo ha deseado
Ya se siente de tu esencia enamorado
Y te busco
Entre letras que calientan mi mirada
Y entre besos que le dicen a mi almohada
Bienvenida..., te esperaba


Roberto Soria - Iñaki
Imagen de United Artists

El color de los suspiros




¿Tienen color los suspiros?
¡Dime, lo quiero saber!
Porque en mis noches despierto
Y no atino a comprender…


No sé si son cristalinos
O negros como la sombra
Maduros cual pergamino
O mullidos como alfombra

Tan sólo sé que me brotan
Cuando recuerdo su nombre
Al punto tal que me pierdo
Por los besos de ese hombre

Ya luego pues me sosiego
Para escribirle unos versos
En el lienzo veraniego
Donde durmieron mis egos

Fui suya por una noche
Y me dejó por fortuna
Las estrellas sin derroche
Y por candil…, nuestra Luna