domingo, 26 de junio de 2016

Roberto Soria - Iñaki: El maestro

Roberto Soria - Iñaki: El maestro: Hola, no sé si me recuerdes, en realidad mi nombre no tiene importancia, de hecho nunca la tuvo para ti. Soy tu maestro, aquel que te dedicó...

El maestro

Hola, no sé si me recuerdes, en realidad mi nombre no tiene importancia, de hecho nunca la tuvo para ti. Soy tu maestro, aquel que te dedicó tiempo, afecto, y un cúmulo de tesoros sin valor material, pero con una dosis de experiencia tal como para construir un futuro sin tantas vicisitudes.

A lo largo del camino que recorrimos juntos destaqué la importancia de los valores y principios, numerarlos tomaría mucho tiempo y el objetivo de mi legado sería desvirtuado; no obstante citaré algunos fundamentos que extraviaste en tu camino, cuya falta ha despertado al demonio que llevamos dentro, ese que se disfraza con atuendos rimbombantes y que se hace llamar ignorancia.

¿Por qué buscar al alumno? Te preguntarás, la respuesta es muy sencilla, porque mi labor no termina en las aulas, mi vocación demanda asegurar lo que te he enseñando, y lo único que puede impedir mi cometido es tu apatía, tu cerrazón, incluso tu conformismo por convicción.

Más si acaso en el desempeño de mi ardua tarea se asomara una luz de esperanza que me permita contrarrestar tu ego, allí estaré, quizá no puedas verme, pero mi voz retumbará generando eco en tu consciencia.

Querido alumno, humildad y valentía, espero que los recuerdes, si no fuera así, entonces permite que recapitule la lección; el primero te ayudará en la aceptación de lo que eres, ubicándote en una realidad privilegiada, y habrá de enaltecer tu grandeza al mostrar tu pequeñez; lo segundo te permitirá enfrentar todo tipo de circunstancias por adversas que parezcan, habrá muchas batallas pero saldrás victorioso, porque en cada una de ellas irás sumando sabiduría, lo cual a la postre, te forjará menos vulnerable.

Verdad; media docena de letras que conllevan un misterio inefable, pero que ante cualquier calamidad resulta ser la mejor de tus espadas, no la ignores, mejor envaina, nada ni nadie podrá derrotarte por mentiroso que sea el desafío.

Te doy la gracias por todo, por cada una de las tareas realizadas, y en este acto de agradecimiento deseo compartirte un poco de tan importante valor, algo que sin duda hará que te sientas mejor.

No te digo adiós porque nunca me marcharé del todo, mi esencia vive en ti, después de todo formo parte de tu vida, de esa escuela que no entrega títulos ni diplomas, tan sólo experiencias que te distinguen como un ser humano especial, ese que se esfuerza por ser mejor en el día a día.


Roberto Soria - Iñaki.

sábado, 18 de junio de 2016

Lo sabía

Sabia, que tenías un amante
la gente, me decía que era un engaño
y ahora, ya ves lo que ha sucedido
tú misma, te has causado tanto daño.

Sabía, que tu amor era fingido
no eres, lo que a veces aparentas
el precio, de tu engaño está cumplido
y hoy sufres otra vez las consecuencias.

Tarde o temprano pagarás esas ofensas
y llorarás por lo que hiciste en el pasado
porque hay un Dios, que tus acciones ha juzgado
y sufrirás por tu camino equivocado.


Roberto Soria - Iñaki

jueves, 9 de junio de 2016

Qué poca

Todas las mañanas iba por mi amor
yo confiaba plenamente en su cariño
le entregué completo todo el corazón
no vi que era incapaz de sentir, por mí lo mismo

Una tarde en viernes que no la iba a ver
presentí algo grave dentro de mi pecho
recorriendo calles yo me la encontré
ahí todo murió lo mató, quedó desecho


Yo vi cómo acariciaban su carita
yo vi cómo acariciaban sus cabellos
y ella sólo coqueteaba complacida
y yo estaba agonizando por los celos

No pudiste verme entre las sombras
era espeso el humo más las copas
ahí te dejo con tus ansias locas
yo me voy y no vuelvo jamás, me voy, qué poca.


Roberto Soria - Iñaki

miércoles, 1 de junio de 2016

Baile de máscaras

En un baile de máscaras
donde yo me encontraba
vi a una mujer muy linda
que su rostro tapaba.

Me acerqué
lentamente como si supiera de quien se trataba
le invité
a bailar ese vals tan hermoso que un grupo tocaba.

Me sonrió
y a través de su máscara vi que sus labios temblaban
se acercó
y detrás de su máscara vi que sus ojos lloraban.

No volví a bailar con ella pues un caballero
no apartó su brazo de ella ni un sólo momento
sin embargo ella me miraba con tanta insistencia
muy nerviosa se encontraba era por mi presencia .

El festejo terminó
ya su máscara cayó
y su rostro descubrió
era ella.

La mujer que me enseñó
a quererla como a Dios
la que un día me abandonó
por unas monedas.


Roberto Soria - Iñaki