Mis ojos hurgan en todas
direcciones con la esperanza de visualizar un oasis en medio del desierto,
ajeno al orbe putrefacto de una sociedad en decadencia, cuyos entes trastabillan
dando tumbos como consecuencia del sopor que los mantiene en un estado de
sonambulismo.
Por fin encuentro lo que
busco; ahí están, son diecinueve. Un grupo conformado por hombres y mujeres que
desempeñan diversas profesiones y oficios. Se autodefinen orgullosamente como “Indios”. Son habitantes del hermoso y
pintoresco municipio de El Cerrito, Valle del Cauca, Colombia.
El Club de Leones “El Cerrito
Monarca” abre sus puertas; no las convencionales, sino las del alma,
para dar la bienvenida a los emprendedores que engalanan las instalaciones. Las
pupilas de Magnolia Stella Correa Martínez bailan de felicidad; ella sabe que de la cosecha
mirará los frutos, sin importar que los apoyos económicos brillen por su ausencia.
La férrea voluntad es su estandarte.
El Comedor Comunitario Santa Luisa está
de fiesta; decenas de miradas se congregan para compartir el sano hábito de la
lectura y la reflexión, amparados en el mágico recurso recreativo del picnic
literario; todos gozan.
Los adultos mayores de la
casa para ancianos no están solos, se saben apoyados; un almuerzo decembrino
con sorpresas y regalos lo confirma, el programa de inclusión es prueba de
ello.
Suplir carencias y cubrir
necesidades de las personas y sectores vulnerables de la zona no es un tema joven.
“Nosotros
servimos”; reza el lema. Me distraigo; una fila de jóvenes se mueve con
destreza. Son ocho… Determinados, solidarios, altruistas. Ellos saben que su
labor —sin recompensa—, allanará el camino para muchos a futuro.
Platico con Magnolia.
Su mágica sonrisa la delata; su felicidad es alimento para el alma:
—Son más de seis décadas,
Roberto. El compañero Alberto Ayalde González —entre sus
logros—, ostenta humildemente el impagable prestigio de haber traído la educación
secundaria hasta estos lares, sin olvidar el primer colegio de bachillerato —me
comenta jubilosa.
Magnolia me
comparte su experiencia; me siento muy pequeño ante los acontecimientos. Su grandeza
espiritual es ostensible. Me cuestiono muchas cosas; entre ellas, la de replicar
la singular ayuda. Si cada comunidad, o cada “tribu sin caciques” como
les nombra ella, actuaran en favor de los demás, sin duda las cosas serían
diferentes. Pero la mayoría de los “pastores” en el mundo cosecha encono, discordia,
creando muros y levantando fronteras para mantener esclavo a su rebaño.
Roberto Soria – Iñaki
Club de Leones “El Cerrito
Monarca”
Fundado el 26 de febrero de
1956
Alberto Ayalde González –
Socio fundador
Cuando los seres humanos
entiendan que “el dar” sin esperar algo a cambio los conduce a la felicidad,
descubrirán que la vida es placentera.