sábado, 20 de octubre de 2018

Dar sin recibir



Mis ojos hurgan en todas direcciones con la esperanza de visualizar un oasis en medio del desierto, ajeno al orbe putrefacto de una sociedad en decadencia, cuyos entes trastabillan dando tumbos como consecuencia del sopor que los mantiene en un estado de sonambulismo.
Por fin encuentro lo que busco; ahí están, son diecinueve. Un grupo conformado por hombres y mujeres que desempeñan diversas profesiones y oficios. Se autodefinen orgullosamente como “Indios”. Son habitantes del hermoso y pintoresco municipio de El Cerrito, Valle del Cauca, Colombia.
El Club de Leones “El Cerrito Monarca” abre sus puertas; no las convencionales, sino las del alma, para dar la bienvenida a los emprendedores que engalanan las instalaciones. Las pupilas de Magnolia Stella Correa Martínez bailan de felicidad; ella sabe que de la cosecha mirará los frutos, sin importar que los apoyos económicos brillen por su ausencia. La férrea voluntad es su estandarte.
 El Comedor Comunitario Santa Luisa está de fiesta; decenas de miradas se congregan para compartir el sano hábito de la lectura y la reflexión, amparados en el mágico recurso recreativo del picnic literario; todos gozan.
Los adultos mayores de la casa para ancianos no están solos, se saben apoyados; un almuerzo decembrino con sorpresas y regalos lo confirma, el programa de inclusión es prueba de ello.
Suplir carencias y cubrir necesidades de las personas y sectores vulnerables de la zona no es un tema joven. “Nosotros servimos”; reza el lema. Me distraigo; una fila de jóvenes se mueve con destreza. Son ocho… Determinados, solidarios, altruistas. Ellos saben que su labor —sin recompensa—, allanará el camino para muchos a futuro.
Platico con Magnolia. Su mágica sonrisa la delata; su felicidad es alimento para el alma:
—Son más de seis décadas, Roberto. El compañero Alberto Ayalde González —entre sus logros—, ostenta humildemente el impagable prestigio de haber traído la educación secundaria hasta estos lares, sin olvidar el primer colegio de bachillerato —me comenta jubilosa.
Magnolia me comparte su experiencia; me siento muy pequeño ante los acontecimientos. Su grandeza espiritual es ostensible. Me cuestiono muchas cosas; entre ellas, la de replicar la singular ayuda. Si cada comunidad, o cada “tribu sin caciques” como les nombra ella, actuaran en favor de los demás, sin duda las cosas serían diferentes. Pero la mayoría de los “pastores” en el mundo cosecha encono, discordia, creando muros y levantando fronteras para mantener esclavo a su rebaño.


Roberto Soria – Iñaki
Club de Leones “El Cerrito Monarca”
Fundado el 26 de febrero de 1956
Alberto Ayalde González – Socio fundador

Cuando los seres humanos entiendan que “el dar” sin esperar algo a cambio los conduce a la felicidad, descubrirán que la vida es placentera.

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