jueves, 4 de octubre de 2018

Mi amigo..., "mi pana"





Tumbado por la fiebre —entre sueños— el sonido de mi teléfono móvil me despertó:
—Aló… —Es Juan Carlos, el hijo de mi amigo Jonathan:
—Don Roberto, estoy llamando desde la Colombia pa decirle que me siento “arrecho”; mi padre ha muerto. No alcanzamos a llegar a donde el médico. Ahora “mi viejo” ya está descansando; se ha librado del “hijo de puta” denominado “gobierno”.
Deje le cuento, “mi pana”: Empujé la silla, pero el hule de las ruedas se rompió antes de tiempo. Pedimos “la cola” pero nadie se detuvo pa llevarnos hasta el pueblo. Kilómetros y kilómetros le dimos hacia arriba… Usted sabe; el frío, la lluvia. ¡Yo le echaba “pichón” con la esperanza de llegar prontito, sin saber que mi padre ya no respiraba…

Escucho con atención; su narrativa me conmueve. Decir que no lloré sería mentira. Mientras hablábamos Juan Carlos maldecía, utilizando expresiones que no entiendo; al menos la mayoría. Golpeo mi puño contra el muro; la impotencia me ha vencido.
Jonathan… No lo conocí en persona; desde hace tiempo me seguía en las redes. Era el jefe de una familia humilde. Artesano, más por fuerza que por gusto. Un accidente —hace años— de desgració la espina dorsal.
«”Compadre, usted está bueno para soplar el bistec”» Recuerdo que me decía refiriéndose a mis versos.
Ahora su familia —como muchas otras— ha quedado “dividida”. Nómadas de tintes singulares; “caminantes muertos” intentando escapar del enorme cementerio en el que se ha convertido Venezuela.
El dolor me estalla en la cabeza; no sé si por la fiebre que se empeña en fastidiarme, o por la noticia que asesina mi confianza en los humanos. Mis manos tiemblan deslizándose sobre el teclado de mi ordenador portátil, pero debo escribir; la memoria de mi amigo lo merece. Además, es la única forma que tengo para liberar mi cólera.
Jonathan; gracias “pana”, honraré tu recuerdo.

«El “hombre”…, mientras más lo conozco más amo a mi perro»


Roberto Soria – Iñaki


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