viernes, 26 de octubre de 2018

Sin miedo al alba



No sé cuántas veces le besé la sombra, mentiría si dijese “fueron veinte”; mi contabilidad murió en la cuenta. La estridencia de los grillos quedó muda, y la luna se ocultó tras de las nubes; nos espiaba, aprendiendo las lecciones del amor en el escenario virgen de la gran batalla. El viento era testigo.
La contienda espiritual fue demandante. En una pausa que hicimos, me bebí el sudor de su perfecto vientre para rehidratar el alma; de sus pechos succioné la miel, néctar que dulcificó lo amargo de mis incipientes ganas. —Esperé por ti seiscientas primaveras—, le dije sin palabras. Ella me besó la frente, y después de acariciar mis manos…, me ofreció un “hasta mañana”.

Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública


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