domingo, 28 de octubre de 2018

Carta para dos



Confesaré que muchas veces me pierdo en tu recuerdo, avivando el sonoro palpitar de tus caricias y, humectando la resequedad de aquellos besos que nos dimos como un juego.
Al igual que tú, yo también te echo de menos. Cómo no hacerlo, si nos bebimos juntos la botella de la cava con sabor de fresco verso, si deshojamos tantas margaritas intentando descubrir si yo te amaba más que tú, cuando tú, y solo tú, eras capaz de conducirme al mejor lugar del universo.
Nuestro amor era tan grande que el espacio en nuestros cuerpos resultaba insuficiente. Locos de atar, eso éramos, porque nuestras mentes construyeron un altar a los deseos concubinos, decididos a pecar frente al temor de un cruel destino.
De tus ojos, las estrellan se sintieron perturbadas por los celos; recuerdo sus destellos… Me envolvían en su haz de luz hasta dejarme ciego. “Ojos negros”, te decía; no con palabras, sino con suspiros, y con exaltaciones que brotaban desde el fondo de mi alma para conquistar el sentimiento que guardabas en el mar de tus adentros; oculto por temor a la desdicha.
No sé si llegarás a leer esta misiva, llena de tristeza compulsiva porque de tu ausencia tengo miedo pero… Por hoy es todo, ya mañana seguiré escribiendo.

Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública  

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