viernes, 21 de septiembre de 2018

Tus huellas en las rocas




Vienes hacia mí, con tus manos cubiertas de lodo. Tus prendas desgarradas hacen juego con el alma hecha jirones. Me pides que te bese como antaño, en esos labios que han perdido su color y su frescura. Retrocedo un paso, para mirar de punta a punta tu silueta; me pregunto en qué taberna se ha extraviado tu cordura.
El norte ya no existe en nuestra brújula; testigos mudos son las manecillas del reloj, las cuales detuvieron ese andar con tu partida. Los años han dejado nieve en mi cabello, haciendo alarde del congelamiento prematuro de ese mísero dolor que se quedó en mi pecho.
Las golondrinas se mudaron en otoño. Las hojas secas han cubierto nuestro nido. ¡No existen versos que revivan el olvido! Las cicatrices sienten pena en cada borde.
Ahora, el cigarrillo que me fumo es más ardiente que el infierno; ya no me queman esas flamas traicioneras. Entre cenizas se ha perdido nuestro ego.
¡Anda! Bebamos una copa; el destino nos invita. Te contaré de mis desvelos, de todo lo que hice para deshacerme de un letal amanecer de desconsuelo. Evocaré nuestros recuerdos, y te regalaré una rosa; mas cuando el vino se consuma en nuestras bocas, no mires hacia el suelo, porque tus huellas siguen viéndose en las rocas.

Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública



No hay comentarios:

Publicar un comentario