lunes, 10 de septiembre de 2018

Barcos de papel



Decidimos —sin presión alguna— navegar en ese “barco de papel” sin importar que nuestro mar fuese agitado. En el timón, tus prendas descansaron, y en el encaje de tu sostén mis ilusiones se enredaron; quedándose mis huellas dactilares atrapadas en el broche que no opuso resistencia alguna.
Hicimos el amor en plena proa ¡Hundiste tus uñas en mi espalda!, ¡y tus dientes se clavaron en mi cuello como queriendo arrancar los viejos besos ajenos a tu boca!
Recuerdo que me desnudaste el torso, profiriendo un lenguaje tan soez que enardeció cada poro de mi piel hasta explotar como volcanes vomitando lava.
Ataste mis manos con el cordel de las anclas y sin más, me hiciste tuyo, hasta romper el hilo del orgullo cual si fuese telaraña. De tus pechos me bebí el pudor, y de tus muslos, ese néctar singular que se desprende del panal para endulzar la hiel que nos amarga el alma.
Los fuertes vientos derribaron nuestros miedos. Lo hicimos tantas veces que la luna terminó en caricias con el alba… Pero el papel de nuestra barca era delgado; tan era así que al deshacerse, nuestros cuerpos se perdieron en la mar por separado... Se nos ahogaron las palabras.


Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública


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