Deambula, con la mente puesta en la vieja ermita, pero los
recuerdos casi escapan a su mente. El destello de una débil luz ilumina su
consciencia, es entonces cuando emanan las preguntas, cuestionamientos que se
han vuelto insulsos, lánguidos y decadentes.
Es primavera,
pero para él es pleno invierno congelando sus ideas. Sus sentimientos confundidos
han perdido el norte, al tal grado que sus labios sólo atinan a pronunciar una
serie de improperios amparados en la noche.
La poca sensatez en su cerebro no le da para sobreponerse; las
embestidas de la soledad han sido duras, y las sombras del pasado se han ceñido
a su cintura conmoviendo al abandono —Sólo hay una escapatoria… ¡Es la
muerte!—, dice al tiempo que se bebe aquel licor que almacenaba en la botella,
y su cigarrillo número mil pareciera ser un gran funambulista haciendo
peripecias en su boca.
El viento sopla fuerte, golpeando como en un reclamo el rostro
de tan denostado hombre. Agacha la cabeza, en señal evidente de que la derrota
se engalana con su suerte…, las lágrimas le brotan, el encono muerde, y las
ilusiones han quedado rotas.
—¡Maldita sea mi suerte!—, grita dirigiendo su mirada hacia la
nada, con la mente puesta en su objetivo…, las esquelas, esas que preparan los
listones para celebrar la fiesta, ellas saben que el deceso fabricado ya está
cerca. Pero surge un imprevisto que retrasa la condena, es la voz de Pepe
Grillo…
—¡Anda!, corta de raíz esa pena que te aqueja, huye cual cobarde
que no sabe valorar lo que la vida enseña. Permite que tu miedo te devore las
entrañas, mas no culpes a cualquiera, que la decisión errada se ha gestado
desde el núcleo en donde guardas el hedor de tus quimeras.
Pero si eres hombre, permite que el reloj marque las horas
libremente, no interrumpas el tic-tac de tu destino, si la pena que te agobia
es mal de amores, mil amores sin buscar encontrarás en tu camino.
Roberto Soria -
Iñaki
Arte de Oswaldo Guayazamín
Arte de Oswaldo Guayazamín
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