sábado, 28 de abril de 2018

Mal de amores




Deambula, con la mente puesta en la vieja ermita, pero los recuerdos casi escapan a su mente. El destello de una débil luz ilumina su consciencia, es entonces cuando emanan las preguntas, cuestionamientos que se han vuelto insulsos, lánguidos y decadentes.
Es primavera, pero para él es pleno invierno congelando sus ideas. Sus sentimientos confundidos han perdido el norte, al tal grado que sus labios sólo atinan a pronunciar una serie de improperios amparados en la noche.
La poca sensatez en su cerebro no le da para sobreponerse; las embestidas de la soledad han sido duras, y las sombras del pasado se han ceñido a su cintura conmoviendo al abandono —Sólo hay una escapatoria… ¡Es la muerte!—, dice al tiempo que se bebe aquel licor que almacenaba en la botella, y su cigarrillo número mil pareciera ser un gran funambulista haciendo peripecias en su boca.
El viento sopla fuerte, golpeando como en un reclamo el rostro de tan denostado hombre. Agacha la cabeza, en señal evidente de que la derrota se engalana con su suerte…, las lágrimas le brotan, el encono muerde, y las ilusiones han quedado rotas.
—¡Maldita sea mi suerte!—, grita dirigiendo su mirada hacia la nada, con la mente puesta en su objetivo…, las esquelas, esas que preparan los listones para celebrar la fiesta, ellas saben que el deceso fabricado ya está cerca. Pero surge un imprevisto que retrasa la condena, es la voz de Pepe Grillo…
—¡Anda!, corta de raíz esa pena que te aqueja, huye cual cobarde que no sabe valorar lo que la vida enseña. Permite que tu miedo te devore las entrañas, mas no culpes a cualquiera, que la decisión errada se ha gestado desde el núcleo en donde guardas el hedor de tus quimeras.
Pero si eres hombre, permite que el reloj marque las horas libremente, no interrumpas el tic-tac de tu destino, si la pena que te agobia es mal de amores, mil amores sin buscar encontrarás en tu camino.


Roberto Soria - Iñaki
Arte de Oswaldo Guayazamín


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