martes, 19 de marzo de 2019

Una carta singular



Hoy, después de tanto practicar he podido dibujar con trazos temblorosos mis primeras letras. Quiero decirte que el Síndrome de Down que me acompaña en esta vida no es problema, así que, ya no llores, mamá, porque la felicidad que llevo al interior me permite darte amor a manos llenas.
De a poco entiendo que la soledad que te atormenta desde que se fue papá se convirtió en tu compañera, y que el dolor que te produce la implacable sociedad por lo que juzgan anormal te causa heridas pero…, no hagas caso de lo que te digan. Colócale un cerrojo a tus oídos y habla con tu corazón; el perdón es un panal donde la miel se encarga de endulzar cualquier dilema.
Deja que bese tus manos, mamá, frente a la foto que dejó papá colgada en el armario; lugar donde descansan los recuerdos. Después, caminaremos tomados de la mano. ¿Sabes?, he guardado unos centavos en un viejo calcetín que oculto bajo mi cama; tengo ganas de invitarte un mantecado… Quiero que vistas el faldón a cuadros, y que te pintes los labios; me gusta cuando sonríes y dices que soy amado.
Disculpa la ortografía, te prometo mejorar.  Y ahora para terminar te diré  que tú, mamá, eres mi mejor regalo.

Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública


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