sábado, 14 de marzo de 2020

Dos barcos de papel




Partimos sin querer en esa travesía, con la inexperiencia de los adolescentes que no saben distinguir entre la seriedad y los hermosos juegos de la vida. Nuestros oídos se volvieron sordos a los mil consejos que sonaban a lo lejos, advirtiendo que correr conlleva riesgos; mas no escuchamos.

Nos dejamos seducir por la vorágine de la concupiscencia, confundiendo amor con el deseo febril que nos condujo hasta el umbral de la pasión que se devora de un bocado a quienes por error, deciden engarzar sus vidas.

Recuerdo tus promesas, establecidas en tu esencia fatua y a la vez un tanto cuanto seductora. Me diste tu calor, y juraste amarme hasta la eternidad como en los bellos cuentos, haciéndome sentir que yo era tu princesa.

El tiempo era un vaivén que me calmaba cuando estabas lejos; lapsos que observaban cada poro de mi piel sedienta de tus besos… Hoy, nuestros sueños han quedado hechos jirones, abandonados en la orilla de la mar que se llenó de confusiones.

Dos barcos de papel reblandecido; eso somos, navegando en el naufragio de una lucha sin cuartel que premie al vencedor y no al vencido. La puta vanidad se hace presente, derrochando dimes y diretes que asesinan sin piedad el sentimiento que tuvimos: ¡Maldigo el desamor que se ha colado entre mis huesos!

No quiero que me mires de rodillas, porque mi dignidad, aunque se encuentra herida, sanará cuando te dé la despedida…, cuando me bese el sol por las mañanas…, cuando me sienta viva.

Roberto Soria – Iñaki


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