Caminar sobre los bordes de la acera,
manteniendo el equilibrio como buen funambulista; es difícil no mirar lo que sucede
afuera…
Mis noches, invariablemente mudas, acarician
esa parte melancólica que habita en mi consciencia, intentando conciliar lo que
mis ojos, sin querer, juzgan en vano; es como querer cambiar un poco lo
mundano, para que la flor de lis se pose en mis quimeras, haciendo alarde de la
eterna primavera.
Un poma nace dentro de mi ser, cuyos versos
se decantan por la vida; estigmas que se ajustan a mi piel… Tan candentes como
el hierro que causó la herida.
Sí, qué difícil es caminar sobre los bordes
de la acera, intentando que la noche dure sin que el sol se muera;
contradicción mimetizada en lo mullido de mi almohada. Ahí, donde mi sueño
guarda la caricia nunca dada; donde me duermo para ser amada… Qué difícil es caminar
sobre los bordes de la acera.
Roberto Soria – Iñaki
Anny Cerda
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