Cómo han cambiado las cosas. Hace
cuatro décadas, cuando la tecnología se gestaba solo en la imaginación, yo era
dueño de mi vida; hoy, mi esencia, mi tiempo, incluidos los momentos libres que
brindaba a mi familia no me pertenecen. La estadística de mi consciencia muestra
un gráfico virtual en decadencia… Apenas duermo.
El reflejo en el espejo me confronta,
echándome a la cara mil reclamos que inician desde mi trabajo, lugar donde me
explota un puto miserable que se siente propietario de mi vida. Corrupto,
acosador que viste ropa fina, producto de la esclavitud y el contubernio.
Gobierno cabronazo, que te orinas en
la obsolescencia de las leyes para remendar el avaro agujero en tu bolsillo,
lugar donde el pudor se muere.
El tic-tac de mi reloj no se detiene,
indicativo de que debo continuar con las faenas; el hambre grita cuando el pan
desaparece. Así que, como la justicia social es utopía, tomaré los hilos de mi
vida; para sentirme libre, para dejar de ser un número en la lista, y ser feliz
con lo que soy…, funambulista
Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública
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