Caminando entre la hierba
seca, observando cómo la naturaleza sin palabras dice tantas cosas. Fijando la
vista en esos puntos semiocultos que parecen poca cosa, pero que guardan miles
de secretos; algunos, inefables. Cerrando los ojos para percibir el viento; una
franca invitación para escuchar el trino de las aves y la estridulación de los
insectos.
Descubriendo en los arbustos
colonias de especímenes luchando por sus vidas, sin importar lo que resulte al
deambular entre panales que dan miel, o en las espinas de un rosal ya casi muerto.
Nada se detiene, ni siquiera el mismo tiempo.
Andando con el trote que
acompaña el golpetear del minutero, yendo hacia el encuentro del ocaso que se
abraza al horizonte. Todo eso es alimento no solo para el cuerpo, pues lo que absorbe
la mirada es un nutriente para embellecer el alma. Ando escudriñando, para
encontrar la calma.
Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública
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