Dicen que, las sirenas son
seres mitológicos que se manifiestan por el delirio que produce navegar sin
descanso por jornadas excesivas pero… ¿Qué hay con las que se manifiestan fuera
del mar?, ¿y las que se presentan en los sueños? La mayoría, hermosas, con un
rostro cuyas facciones podrían superar sin duda alguna a la belleza ensalzada
de la reina Nefertari. Yo las he visto en mis quimeras, haciéndome sentir el
dios Neptuno.
Han mistificado su
existencia para protegerse del misógino, de la barbarie que intoxica al megalómano
hasta convertirlo en bestia. A través de su canto singular me han conquistado y,
aunque cada una de ellas es diferente entre sí, todas tienen el poder de perturbar
el proceso emocional del enamoramiento idealizado.
Sí, las he visto,
deambulando por las calles dando tumbos; algunas, disfrazadas como prostitutas,
otras ofreciendo sus servicios laborales al patrón que las explota, todo a cambio
de unas míseras monedas…, el objetivo que ellas tienen es muy claro, satisfacer
las mínimas necesidades de las bocas que les esperan en la casa; entre sombras,
con el frío acariciándoles la espalda, producto de una enorme tempestad porque
quizá, y solo quizá, sus progenitores han equivocado el rumbo.
En lo alto del acantilado espiritual
las miro, mientras mi flaqueza intelectual intenta descifrar el crucigrama que
entreteje hilos de dudas, enigmas que se bordan con ganchillo en el textil
etéreo, hasta confeccionar el tácito placer de preservar el dulce virginal de
la mujer, un don que no puedo negar porque gracias a ese don, existo y creo.
Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública
No hay comentarios:
Publicar un comentario