Me gusta verte, con el cabello
recogido en esa especie de coleta mal tejida. Sin perfume; impregnada con
olores propios que te da la casa.
Adoro cuando riñes, con tu cejo levantado; sin
pintura sobre el rostro, con ese viejo delantal que se ciñe a tu cintura.
Y ni hablar de tus caricias,
fascinantes, con esas manos que han abandonado la tersura. Nuestros besos son
traviesos, envoltura de pasión que se ha perdido con el tiempo, todo a cambio
de un amor que se confiesa tierno.
Recibirte en nuestra cama llena de tranquilidad mi
pecho; es momento de mirar esas estrellas en tus ojos sin decir una palabra.
Nuestros pies se juntan, se entienden; no hay pudor
que los limite por estar desnudos. Nuestras manos juguetean mientras hacen
nudos, y el aliento en nuestras bocas..., se mantiene mudo.
Sí, me gusta verte, porque el viejo corazón que
late dentro de mi ser no ha dejado de quererte; consciente incluso de que un
día llegará la muerte.
Anda, duerme, no sin antes escuchar que me confieso
afortunado; por el hecho de tenerte, y al tenerte, comprendí que siempre soñaré
a tu lado.
Roberto Soria - Iñaki
Imagen pública
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