Una lágrima acaricia mi mejilla, la sostengo con el dorso de mi
mano, y el susurro que se escapa de mi pecho, se empecina en proclamar cuánto
te amo.
Yo también te echo de
menos, me fustigo, ¡te reclamo!, y en sentencia mis oídos me traicionan, pues
se vuelcan contra mí cuando te llamo.
He arrancado muchas
hojas del perverso calendario, y la fecha de tu ausencia prevalece, me
atormenta, ¡me enloquece!
Me pregunto tantas
cosas, pero las respuestas no han comprado su boleto para el viaje, sin embargo
yo estoy listo, hasta tengo preparado el hospedaje.
Si mañana no regresas,
no te inquietes, con el paso de los años he aprendido a ser paciente. Sé que
pronto volverás, me lo dice el fuego de este amor que sin dudar..., se muestra
ardiente.
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