domingo, 27 de septiembre de 2020

El espejo no miente.



 

Hoy, el ser humano construye la realidad sobre escenarios distópicos, creados para fines contrarios a la evolución. El hombre, enemigo del hombre mismo, busca con afán el poder: no para construir, sino para generar el caos.

 

La falta de educación integral y de consciencia plena, aunadas a los discutibles “avances tecnológicos”, se conjugan para dar cabida a la desinformación (Fake news). La sociedad se ha convertido en el mejor artículo para comerciar, tranformándose en producto perecedero como los recursos naturales del planeta.

 

El encono, nunca antes visto como ahora, está latente: la ética ha sido expuesta, quedando de manifiesto la incapacidad de razonamiento y tolerancia, de aceptación y entendimiento. Ofendemos, descalificamos y clasificamos a la personas con una facilidad asombrosa. La distorsión, cual espejismo, sobrepasa la verdad que se presenta lánguida.

 

Los megalómanos se apoderan de las voluntades frágiles: estos últimos, seres, en su mayoría, carentes de dignidad, de amor propio y de intelecto, incapaces de ejercer su libre albedrío para emancipar su libertad de pensamiento y el derecho de existir.

 

La dependencia se agiganta, confinando las virtudes y capacidades del individuo en el oscurantismo de la mediocridad y el conformismo: es difícil aceptar la realidad cuando esta duele, pero el reflejo en el espejo nunca miente.

 

Roberto Soria – Iñaki

 

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