sábado, 3 de junio de 2017

Soy el que soy





¿Quién sois? —¡¿Cómo, es que acaso no me reconoces?! —No, ¿debería?—. Le respondió mirándole a los ojos, haciendo muecas de desconcierto, pues sus intentos por identificarlo eran inútiles.
Algo sorprendente aconteció… el supuesto conocido reducía su tamaño ante la mirada atónita del que fuera abordado de manera intempestiva… «¡Diantres!», dijo el interceptado para su interior, al tiempo que tragaba su propia saliva —Insisto en la cuestión. ¿Quién sois?
Pregunta sin respuesta, pues aquel que luciera gallarda y arrogante su figura en el momento de su llegada, continuaba comprimiendo su tamaño, de hecho, en contra de su perniciosa voluntad.
¡Alto, no te acerques más! —Pero…, si no pienso causarte daño, luces mal, famélico; permite que te ayude —¡Detente, os he dicho—. Se hizo un espeso silencio entre los dos personajes, mientras que, en el cielo, una batalla entre nubarrones y los rayos del sol se celebraba —¡Me estáis extinguiendo!—. Indicó el debilitado, al tiempo que sus manos se crispaban sobre el fango de la porción del suelo en que se había caído —¿Yo?... ¡pero si ni siquiera te he tocado! —Tu sola presencia lo hace, ahora soy yo quien te pregunta, ¿quién sois? —Mis amigos me llaman “el bizarro”. Pero dime, y tú… 
El caído respiraba con dificultad, jadeante, con la mirada extraviada en el punto de la nada, señalando con el índice derecho el firmamento, en donde la luz del sol anunciaba la victoria en la batalla... —Responderé a tu pregunta—. Pronunció con gran dificultad el pernicioso —Caballero; soy "EL MIEDO", al menos así me nombraban hasta hoy, que te encontré beligerante. 



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