[...]
y entonces escuché, dejando el ego en un cajón del viejo armario. Era tiempo de
decirle adiós a tanto odio, porque mis noches detestaban el insomnio.
Sí, escuché; mis manos temblorosas extrañaban sus caricias, mas
quedé sin habla por temor a confesarle mi desdicha. Evento del pasado.
Escuché; las razones eran clavos perforando mi consciencia. Me
puse de rodillas y lloré, sin el temor que desgarró el ayer por su abandono.
by
Roberto Soria – Iñaki
Imagen
pública
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