sábado, 15 de febrero de 2020

Teorema de un demente





Decir te amo, en ese soliloquio donde el eco me devuelve mis palabras, echándome a la cara el sinsabor de la derrota en ese intento fallido por tenerte; quizás por cobardía.

He visto cómo muere la luz del día sin ti, quedándome en penumbras, abrazado a tu recuerdo, el cual, robé sin que te dieras cuenta.
Tu silueta está grabada en mi memoria; en ella estreno las caricias que se gestan en mi piel cuando te sueño.

La voz de mi consciencia dicta para ti mil versos nuevos, y en ese frenesí que se desborda por quererte, lamento discernir con el tic-tac de mi reloj porque las horas marchan lentas.

Qué difícil entender la realidad, discorde del final que se describe en el ritual de los hermosos cuentos; utopías escritas por aquellos amantes de verdad, llamados locos por bordar el sentimiento.

Tal vez deba morder mis ganas por besarte; sí, eso haré, hasta horadar mis labios y dejarlos secos, al punto tal, que no sea fácil pronunciar tu nombre.

Cuando el albor de la mañana se presente, habrá un espacio para ti en mi mente, sin importar que la distancia entre los dos se burle de un amor que se ha forjado diferente; producto etéreo de un ferviente soñador, que se cobija en la presunta indefensión, por ser demente.


Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública con fines artísticos


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