Días de interacción personal a través de los diferentes medios
de comunicación; amigos y familiares, cada uno exponiendo su resumen del año
que agoniza.
La mayoría coincide en que el inventario en este período no fue
el esperado: «Saldo rojo» dicen los Contadores. Pero; ¿de qué va la vida…?
Muchos de los que iniciaron este turbulento viaje no pudieron concluir el
proceso; unos decidieron bajarse del tren antes de tiempo. Cansados,
frustrados, vencidos, incluso algunos…, muertos.
Otros, se aferraron al trayecto apostando por la continuidad sin importar lo
sinuoso del camino; cayéndose y levantándose, maltrechos, pero convencidos de
que la única forma de alcanzar la meta es avanzando hacia ella.
Atento escucho sus anécdotas y al final de la llamada —en muchos
casos— concluyo… «Equipajes muy pesados» Llenos de tristeza y desolación,
repletos de enfermedades y carentes de oportunidades, como el de esas familias
que van deambulando sin destino fijo. Desintegradas, emigrando de sus lugares
de origen por esa necesidad de supervivencia tan costosa porque respirar
resulta caro.
No todas las llamadas realizadas convergen en lo mismo, por
supuesto; también hay —aunque pocos— quienes se manifiestan favorecidos, tanto,
que desde los primeros días del mes dieron comienzo a los preparativos para las
festividades decembrinas. Sus mesas lucirán manjares exquisitos y, bajo los
abetos comerciales, los regalos esperarán por esas manos inquietas que habrán
de romper las envolturas que nos ofrece el consumismo.
En todos los casos habrá felicitaciones y abrazos. Los buenos
deseos como los de la salud, el bienestar y la prosperidad se harán presentes
pero… ¿Cuántos de ellos estarán realmente acompañados por el espíritu de la
Navidad? Buena pregunta.
«Dejaré colgados del perchero los siete pecados capitales para
descubrir un mundo nuevo.»
Roberto Soria – Iñaki
Imagen pública.
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