Perdí mis tesoros materiales,
codiciados todos ellos, luego entonces los de carácter espiritual llegaron, se
arremolinaron en torno mío, me bordearon jubilosos de tal forma que ya no pude
ver las banalidades que me hicieron presa tantos años.
«Hemos sufrido tus desdenes pero aquí
nos tienes, esperando con paciencia que el vendaje de tus ojos se cayera.»
Pronunciaron.
Me entregaron una lista en un trozo de mi piel ensangrentada, familia,
amigos, salud, amor y no sé cuántas cosas más que venían numeradas. No pude continuar
con la lectura, mis ojos se nublaron. Nadie disputaba mis riquezas nuevas; «
sólo somos tuyas.» Vitorearon.
Y en un momento de reflexión profunda tuve la oportunidad de mirar hacia
el pasado, una voz conciliadora musitó muy convincente; «todo lo que ves ahí
era lo que poseías, te fue prestado para disfrutarlo un tiempo corto, tal vez
más del que en verdad te merecías.»
Junto a todas esas cosas había una maleta pequeña, con un diminuto letrero
etiquetado que citaba con precisión: «Cuando llegue tu momento harás un viaje,
con esta valija es suficiente, tu destino no requiere de rimbombante equipaje.»
Esa sentencia fue determinante, en una especie de re-ingeniería emocional
mi esencia se modificó y en el momento más álgido, tomé consciencia del mundo corrompido
que habitamos, no todo era tan malo, me quedaba mi albedrío, libre y soberano,
para elegir entre la felicidad mundana, o vivir a plenitud junto a los seres que
amo. Quizá desnudo, pero con el corazón henchido de alegría, sin pensar en el
mañana.
Roberto Soria - Iñaki
Es increíble lo que pueden legar a eclipsar los bienes materiales a los bienes que son los que al final nos llenan de verdad. Muy buenas palabras llenas de metáforas, seguiré leyendo tu blog!
ResponderEliminarTambién me gustaría invitarte a mi blog, espero que tengas una visita agradable y que también te gusten mis microrrelatos.
Un saludo, nos seguimos leyendo!!
http://conunaplumaenmismanos.blogspot.com.es/